No tiene muchas mesas y una terraza pequeñita pero la mayoría de la gente se queda de pie en la barra y casi casi no tienes más que mirar a un camarero y te traen una ración, porque no he visto a nadie comer ninguna otra cosa. Son unas patatas primeramente cocidas y luego fritas sin que queden duritas, sino blanditsa y con poco tono dorado. No están calientes sino templadas. Llevan un chorreton de salsa alli i oli suave y una mezcla que hacen ellos rojiza que yo creo que no es mucho más que aceite y pimentón algo picante (a mi me gustan algo más picantes). También sirven bravas para llevar. En cajitas de dos y tres raciones.
Hemos ido alli siguiendo la recomendación de mucha gente de Bcn y de foros de pintxos donde las recomiendan. Siento informar a los parroquianos que a mi no me han "hablado". No me han dicho nada especial. Es más, diría que por debajo de la media. No te las ponen ni calientes, estaban tirando a sosas, no te ponen ni una lonchita de pan, te ponen poca salsa porque van a toda pastilla y encima caras porque normalmente una ración de bravas suele llegar para dos...aqui cada uno se pide un platillo porque son para uno justo. Lo siento, pero creo que es más mito y efecto llamada, que otra cosa. Ya he comido en Barcelona bravas muchísimo más ricas. Aunque es una opinión, claro.
1 comentario:
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Siguiendo el mito y la rumorología fui al Tomas con grandes expectativas. Me encontré con una ración minúscula de patatas mal cocidas aliñadas con una salsa blanca que más parecía mayonesa pasada. No me recordó para nada al all-i-oli y tampoco tenía sabor bravo. El resto de tapas eran todo conservas de lata o calamares congelados. Puestos a ir a un bar, espero gastarme el dinero en calidad o platos algo distintos de los que me puedo comprar bastante más baratos en el supermercado de mi calle.
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